Reportaje al historiador Pablo Lacoste
Sàbado 22 de marzo de 2008
Una historia del vino y la mujer en Mendoza
Hoy se presenta un nuevo libro del reconocido historiador Pablo Lacoste que enriquece el valor simbólico y cultural de los vinos de esta tierra y conduce a repensar la identidad del propio mendocino.
"La mujer y el vino": emociones -vida privada, emancipación económica, es el nuevo libro del historiador Pablo Lacoste, que se enmarca entre el Reino de Chile y el Virreinato del Río de la Plata (entre 1561 y 1810), y será presentado hoy en el Espacio Contemporáneo de Arte. Pertenece a la colección "Vitivinicultura" de la editorial Caviar Bleu, (que nace con este libro y se une así a las anteriores colecciones como las guías de vinos o la colección de grandes libros) y es una obra que muestra la mano de la mujer en la viña, la bodega, la industria y el comercio del vino.
En un trabajo de "historia de género", Lacoste revela anécdotas que permiten reconstruir un pasado vital para el desarrollo de las regiones. El estudio presenta modelos familiares, permite comprender a la sociedad colonial y sus formas de relacionarse, analiza a las mujeres de diversos estratos sociales a las que la vitivinicultura une por alguna arista y trabaja esencialmente en la realidad de los casos presentados, que ayudan a comprender el universo del vino cuyano y guardar parte de la memoria histórica de una región que hoy brilla con luz propia en los mercados del vino.
Mediante un destacable volumen y calidad de fuentes consultadas de diversos archivos y de una extensa bibliografía, habla de mujeres con carácter, capaces de sacar adelante el negocio pero también protagonistas de su propia vida. Mujeres empresarias, mujeres solteras y otras mujeres frente a la autoridad masculina y a las relaciones de poderes. También muestra la movilidad social que estas mujeres alcanzaron a través de la actividad vitivinícola.
La data que compila este libro es significativa para la industria vitivinícola ya que le imprime mayor valor al producto y fortalece la identidad. Sus textos enriquecen el valor simbólico y cultural de los vinos de Mendoza; pero también, nos llevan a repensar nuestra identidad como mendocinos.
El autor dialogó con Los Andes:
- ¿Cómo empezó su interés por investigar la vida de los mendocinos?
-Una vez, un profesor europeo me dijo que el problema cultural de América Latina, sobre todo su inmadurez, su frivolidad, superficialidad y labilidad, se encuentra en su falta de espesor cultural; y ello ocurre porque "ustedes no han tenido Edad Media". Me quedé inquieto y estuve reflexionando sobre este punto. Y también encontré otro profesor que me dijo algo interesante: "Nuestra Edad Media, es la época colonial". En un principio, me pareció que se trataba de una frase superficial, "cómo vamos a comparar nuestra pobre colonia, con la densidad de los monasterios que nos ha trazado la pluma de Umberto Eco", pensé. Sin embargo, la inquietud me quedó en el alma. Poco a poco, comencé a adentrarme en las profundidades de nuestra historia lejana. Esta tarea la comencé hace seis o siete años, cuando realicé las primeras visitas al Archivo Histórico de Mendoza. Poco a poco, logré acercarme a esa realidad; me familiaricé con ese mundo, todavía oculto y en tinieblas. Con el transcurrir del tiempo, me comencé a fascinar con esos personajes; hombres y mujeres; actores sociales; personas que luchaban contra el desierto; que se dedicaban con amor y pasión, a cultivar la viña y elaborar el vino. Me cautivaron. Y a medida que aprendí a acercarme a ellos, a dialogar con ellos, me fueron entregando sus secretos; las hebras mágicas que nos explican la Mendoza de hoy.
-¿De qué manera se introdujo en el mundo del vino?
-En 2001, fui convocado para realizar un estudio sobre la identidad de los vinos argentinos, para prestar el apoyo técnico a la Cancillería Argentina, en sus negociaciones con la Unión Europea, con vistas a firmar un tratado de comercio que incluía el capítulo de los vinos. Me sumergí en el mundo del vino, y quedé maravillado. Un año y medio después, se publicó el libro "El vino del inmigrante". Y ya no pude separarme del tema.
-¿Cómo es el vínculo de la mujer con el vino?
-Inicialmente, cuando tuve oportunidad de asistir a reuniones sobre la industria vitivinícola, al tratarse el tema del papel de las mujeres, escuché básicamente dos enfoques: por un lado, se mencionaba a la cosechadora, una mujer pobre y esforzada, que participaba de la vendimia para colaborar con su marido y sus hijos; en segundo lugar, me comentaron del papel de la mujer en tareas un poco más delicadas, como la colocación de corchos y etiquetas; más recientemente, serían también las seleccionadoras de granos de uva para vinos premium. Pero me quedó la inquietud: ¿No habrán estado también las mujeres, en las instancias de diseño de proyecto y toma de decisiones? ¿No existirán mujeres capaces de asumir riesgos, de ejercer liderazgo, de innovar? Esta pregunta me llevó a investigar. Y grande fue mi sorpresa, al encontrar historias bellísimas, de mujeres mendocinas que, mediante un trabajo silencioso y eficaz, contribuyeron en forma decisiva para poner en marcha lo que hoy conocemos como la mayor vitivinicultura de América Latina, y la quinta del mundo. Me encontré con historias conmovedoras, llenas de amor y pasión. Con mujeres valerosas, capaces de hacer frente a mil dificultades pero que, finalmente lograron abrirse camino, imponer sus innovaciones y obligar a muchos hombres a seguir el camino que ellas abrieron.
-¿A qué mujeres de Mendoza encontró?
-A mujeres admirables del mundo del vino: Margareth Henríquez, por su liderazgo en Chandon; Susana Balbo, porque durante su gestión al frente de Wines of Argentina, nuestro país ha logrado batir todos los récords históricos de exportación de vinos. Lucy Pescarmona, por los resultados que ha obtenido en Lagarde. Y muchas más, que trabajan con pasión y fuerza por esta industria. En realidad, ellas son las emergentes de un proceso mucho más profundo. Por otra parte, la vida de la mujer es más compleja que la del varón; por motivos culturales, en América Latina, todavía se exige a la mujer que asuma mayores responsabilidades en la casa y en la familia, principalmente en la crianza de los niños. Y esta situación es mucho más arraigada, todavía, en el espacio rural que es, justamente, donde están las viñas. Por lo tanto, la vida profesional de la mujer en el mundo del vino, se enhebra con su vida privada y el mundo de sus emociones. En las micro, pequeñas y medianas empresas vitivinícolas, el papel de la mujer ha sido decisivo.
-¿Qué cosas se destacan de todo el material investigado?
-Por un lado, la capacidad de las mujeres para enfrentar todos los obstáculos que la cultura les ponía para dificultarles su camino en el espacio de la empresa; y la tenacidad de las mujeres para, en vez de huir del peligro, enfrentarlo y, con frecuencia, vencerlo. Entre las historias que descubrí en los archivos, estaba Melchora Lemos. Tenía como hambre de innovaciones tecnológicas; se adelantaba al resto de los viticultores, en el equipamiento e instalaciones que incorporaba para la agroindustria local, particularmente para la elaboración y crianza de vino. Todo parecía transcurrir fácil para ella. Hasta que se hicieron visibles los celos de su hermano. Éste era muy poderoso; era el alcalde de la ciudad de Mendoza, y no dudó en desplegar todo su poder, para despojar a su hermana de su hacienda. Pero ella no se entregó; luchó hasta el final contra su hermano y todas sus redes de poder. Hemos encontrado historias notables, de mujeres que nacen en la pobreza, abandonadas por sus padres o esposos, con muchos hijos, y que logran surgir, gracias al trabajo constante en la viña.
-¿Cuáles fueron los momentos más intensos en la elaboración de este libro?
-Fueron varios. Uno de ellos, cuando descubrí que la canción "Luna Cautiva", escrita por el Chango Rodríguez, interpretada por Cafrune, Los Chalchaleros y muchos más. En realidad, relata una historia que ocurrió en Mendoza hace 300 años. Una historia desgarrante e intensa. Como los personajes involucrados eran conocidos en toda América del Sur, de Buenos Aires a Lima, el relato se transmitió, seguramente, en los fogones de los arrieros y los troperos, por toda la región. De boca en boca, de generación en generación, esa tremenda historia se mantuvo viva en el alma del pueblo, a través del folclore. Finalmente, en la década de 1960, el Chango Rodríguez le puso forma artística, impulsado también por sus propias vivencias. Pero el relato no es la vida de él, sino de una bella mujer, vecina de Mendoza, que vivía a pocas cuadras de la plaza Pedro del Castillo. Naturalmente, un capítulo del libro relata esa historia. Otro momento emotivo fue cuando el artista mendocino Sergio Roggerone aceptó brindarnos dos de sus obras para ilustrar tapa y contratapa del libro. Sergio ha representado mujeres importantes de la historia de Mendoza, antes de conocer conscientemente, que ellas existían! Mientras él las pintaba, mirando con el ojo del alma que tienen los artistas, yo estaba en los archivos, buscando los documentos. Finalmente, los dos llegamos a la misma conclusión: esas mujeres (bellas, fuertes, decididas, encantadoras, seductoras, llenas de vida y energía), existieron realmente. Claro que él las representó primero, y con una belleza notable. Así es el talento.
-¿Hay nuevos proyectos vinculados al vino?
-Antes de fin de año vamos a publicar el libro "Vinos de Capa y Espada", totalmente ambientado en el siglo XVIII. Se trata de un ambiente parecido al que desarrolla Pérez Reverte, pero en la frontera sur del imperio español. Y con historias reales, donde los protagonistas, son viticultores.
Sábado 22 de marzo, 2008.
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Lucía -